viernes, 30 de diciembre de 2011

Quisiera poder amarte libremente

viernes, 23 de diciembre de 2011

Es así. Como lo escribimos un día en el viento.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Es cuando tus pies se despegan del suelo que todo tiene sentido. 

Cuentas sólo contigo, con nadie más porque no pueden sujetarte y no puedes apoyarte en ellos, por supuesto tampoco puedes apoyarlos más.  

Cuando ni la gravedad te domina, eres tú y tus pensamientos, tus creencias, tus prejuicios y tus sensaciones. Ahí te das cuenta si vale la pena lo que has hecho o vivido.

Miras tu cuerpo y lo vas conociendo, en realidad todo lo que hiciste fue con y hacia el y no tú siendo el. ¿Crees que te agradecerá por todas las noches de farras, la comida chatarra y la inactividad? Lo ves como ajeno y lo tratas como tal. En algún punto hará lo mismo.

Ves hacia abajo buscando rostros conocidos. Pero en realidad ya ninguno te lo parece, desde arriba la percepción se ve notablemente influida por la soledad y el vacío. Efectivamente estás a solas con tus prejuicios y tus pensamientos ¿Cuánto durarás?

Cuando tus pies se despegan del suelo te das cuenta que estuviste pegado a el tanto que ni siquiera avanzaste un paso para construirte. Sólo retrocedías destruyendo el tiempo. 

Estás solo. No por voluntad (piensas) y eso es lo que te frustra. Y te conflictúa más pensar que, en realidad, sí fue voluntad alejar a quien estaba ahí para apoyarte. Te rodeabas de aquellos que te ponían traspiés. Preferiste, por esa tendencia autodestructiva, sonreír caído en el suelo que llorar y perdonar viendo de frente.

Ahora ya no sonríes ni lloras, sólo te enojas. Desconocías esa sensación, te gusta. Intentas permanecer en este sentimiento. Ni siquiera cuando tus pies se han despegado evolucionas. 

Frustración.