sábado, 25 de diciembre de 2010



Cometiendo estupideces desde 1989


miércoles, 22 de diciembre de 2010

Miré tus ojos. Tenían un dejo de decepción, jamás quise provocarlo, jamás quise desilusionarte.

Pensaba y pensaba más, eran unos pasos, pero no quería darlos, no me sentía capaz. Tal vez mostrarte todas mis facetas no sea de tu agrado, aún quedan pendientes, nadie las conoce y alguna vez prometí que nadie lo haría.

Tal vez es esa manía que todos tenemos por sentirnos especiales, únicos. Tal vez quería sentir que era lo justo para ti y no me di cuenta que no soy justo para nadie. No soy la luna de tus noches, ni el aire que respiras. No soy sino un manojo de experiencias que no me han dejado enseñanzas.

sábado, 11 de diciembre de 2010

Conversaciones con el tiempo



En un sueño le dije al tiempo (igual de abstracto que en la realidad) 
-Veo mi futuro incierto, no sé si llegué, no sé cómo será 
o si podré sobrellevarlo.
No aguantó más y soltó la más honda carcajada, supongo que 
incoherencias como esas las escucha a cada segundo.


  
Dormí toda la tarde, sin intención siquiera de despertar. Abría los ojos y me esforzaba por volverlos a cerrar. 

Durante sesiones, algunas pacientes describen sin querer el punto clave de la depresión 'me encierro en mi cuarto, me cobijo y me doy la vuelta' Hoy así me sentí, tal cual, sólo dándole la espalda a la realidad, esforzándome por no verla, no saber nada de ella. ¿Razón? Ninguna; ni hormonal, estacional o ambiental. Sólo cada vez cualquier peso me parece más difícil de llevar

Es natural, a veces. La vigilia no es para todos.





Imágen: Exposición de Mafalda, Guadalajara, Abril 2010

sábado, 4 de diciembre de 2010


He sentido esa soledad que estando entre personas, arde . De esa que no sabes cómo deshacerte, va quemando lento, dentro; a su vez es como tragar navajas, sabes que no importa cuánto dure en bajar, todo lo va rasgando. Se siente como si se desprendieran por dentro pedazos, que caen a ningún lugar.

Es de esa soledad que aprisiona, tan fuerte que inmoviliza. Me convierto en presa y prisionera al mismo tiempo. Tal vez dentro de mí lo sé, no merezco esa libertad prometida.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Jugando nada más

Tomé entre mis manos su rostro. Era infantil, no rebasaba los 8 años y lloraba desconsolado, viendo sin ver, sin escuchar razones y con dificultades para emitir palabras coherentes. Tenía fango en sus zapatos y sus manos enlodadas, el sudor había formado surcos en su cara llena de tierra. Su voz era desoladora.    



Él llevaba horas jugando fuera de casa, apenas diez minutos antes yo leía intermitentemente Crítica de la razón dialéctica (obra particularmente agradable de Sartre) desde la terraza de mi casa, durante pequeños lapsos mi atención se volcaba en aquel niño que creaba un mundo con sus coches y soldados de juguetes, entendía la realidad creando la suya propia.

Sin tabúes él hacía los efectos auditivos, su garganta se había convertido en un multifacético club sonoro, bien interpretaba un impetuoso huracán como la impertinente sirena de patrullas (¿hace cuánto no intento imitar una sirena?). Tenía en su corta realidad tanta acción que me estremecía pensar siquiera cuánto ha sido bombardeado por los programas televisivos de acción.

Entre mis ratos de observadora amateur intentaba entender la soledad de aquella calle, como ese niño osadamente decidió salir de la comodidad del sillón y la cadena invisible de los videojuegos para jugar "a la antigüita"; solo, con juguetes que pronto dejarán de existir en el mercado, recurriendo completamente a su imaginación. Aquella escena era fantástica.

Es cierto que no avancé en mi lectura, siete páginas tal vez, con un nivel mediocre de entendimiento. Sin embargo el observarlo me hizo comprender que fuera de lo abstracto la realidad también se muestra interesada por ser percibida, tal cual, sin filosofar sobre ella. 

¿Cómo hacerlo? 
¿Cómo dejar de intentar comprender el significado de la vida (llegando a nada) y simplemente vivir? 

Al salir del ensimismamiento vi que lloraba, aquel niño de los mil sonidos pataleaba, gritaba y nadie lo procuró. Bajé las escaleras rápidamente, con una toalla húmeda lista por cualquier herida, algo de yodo y curiosidad en su límite. Llegando intenté preguntar, su desgarrador llanto no dejaba siquiera que yo escuchara mi propia voz, le tomé la cara con ambas manos e intentaba enfocarlo en la realidad. No se veía algún daño y no se quejaba de dolor físico. 

Cinco minutos después de intentos de tranquilizarlo y de pretender descifrar sus palabras, por fin comenzó a producir algo parecido al español, por fin pudo concretizar:

- Ni siquiera Bones podrá saber la causa de su muerte, Mr. Deeds (señalando a un gato grisáceo, obeso y lento) acaba de comer al sargento Güiliams, nadie lo encontrará jamás.

No pude evitar reír. Procurando darle un diálogo tranquilizador de duelo-de-juguetes me retiré pensando: sí, la inocencia sigue viva, sólo es cuestión de contextualizar.



jueves, 18 de noviembre de 2010



Corre el tiempo.
Miento, corremos para no sentir su transcurrir, pero el tiempo no corre... ha aprendido a tener calma. 

Y yo no me calmo, no al verlo tan tranquilo. 

Él pasa tan monótono, yo me desespero y me desgarro las vestiduras intentando encontrarle sentido.


Solo encuentro que ya ha pasado.

sábado, 13 de noviembre de 2010

1 Jaro



Pétalos. Tus cuerpo se envuelve en ellos, tus labios igualan su color y tu piel es suave. Pierden la figura que formaban, hacemos que pierdan la figura que formaban. Se decoloran con el juego de la tarde.


Luz. Suave, opaca e intermitente, nos baña con delicadeza y forma un manojo de sombras alrededor, bailan en la pared, ágiles y calmadas.


Agua. Discurre por entre mis dedos, discurre entre tus piernas y no le damos espacio para entrometerse. Te adorna la piel, se agita a nuestro tiempo. Es tibia, cobija, nos envolvemos.


Vino. Las copas a medio llenar, contrastan con las sábanas que ya no cubren la cama. Hacen juego con los pétalos, combinan con tus labios. Las copas se vacían y se llenan. La botella se vacía, las sensaciones exacerbadas.


Sábanas. Cobran vida; cubren, se esconden, se extienden y se encogen. Terminan por ningún lugar. 


Guitarra. Quiere protagonizar, solo visita, solo ayuda a decirte de otra forma lo que no me canso de repetir. Se olvida, pues hay cosas más interesantes por hacer, regresa a su prisión de tela.


Sonido. Apagado... tal vez encendido, pero no le prestamos atención. Sonido el que te escucho, el que hago. Tu respiración, mis suspiros. Gemidos tal vez... ¿quién lo sabe? Si he de escuchar que sea sólo el palpitar de tu corazón, no más.


Piel. Tersa. Se acopla a mis labios, la recorro con la vista y le siguen mis manos. Sabe... a ti, no hay descripción factible, sabe a ti solamente y aseguro que es el mejor sabor que he probado. Me cubre y me excita ¿es atrevido decirlo? Es verdad.


Miradas. Esporádicas, coincidimos en el mismo punto y después se encuentran. Miramos y a veces vemos más allá, hacia dentro. Sí, cuando vemos dentro, por fuera todo es mejor.  Miradas que ya no miran y así logran ver todo.


Labios. Rojos, vivos. Los tuyos y los míos se conocen bien, se acoplan bien. Murmuran, sonríen. Cuando sonríes todo vale la pena. 


Tú, yo. Un cigarrillo en tus labios y otro en los míos. Humo, sólo humo en un momento donde todo se hizo ya, donde todo está a punto de hacerse. 


Tú, yo. Una combinación perfecta, una realidad exquisita. Un año de esta realidad ideal. 


Tú, yo. Solo tú y yo. Pensamientos varios que mandamos a descansar, cual tabula rasa al cerrar la puerta.


Tú, yo. No me canso de repetirlo. 



martes, 12 de octubre de 2010

¿Y los planes?

¿Por qué no vamos por una nieve? Incluso podemos sacar a pasear a la perra, araña la puerta con insistencia, ya lleva semanas así, y también ella disfrutaría del clima.

Hay niños corriendo por la calle, gritan y sonríen. Recuerdo cuando yo pateaba un bote mientras todos se escondían, buscaba que fuera mi turno para esconderme, sí que lo hacía bien; no hace más de diez años de esto, pero ahora siento que ha sido una eternidad. Como si ya no hubiera rastros de aquellas épocas en mí.

¿Qué tal si compramos una malteada y nos sentamos en el parque? Aún tiene césped y las rosas no han muerto, no todas. Ahí también hay niños, pero su presencia es más fugaz, sólo nos rebasarían con su bicicleta. ¿Recuerdas cuando uno casi te atropella? Reímos durante una hora, no creí que gritaras así.

Vamos, sólo por un rato antes de que llueva. Caminaremos y te retaré como lo hacía antes: a hablarle a tal o cual persona, a pedir un helado sin dinero o asustar al señor de los globos, prometo ser creativa, últimamente no lo he sido, pero contigo era distinto. Te extraño.

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No aguanto así, no en esta casa. Tantos recuerdos y tan sofocantes. 

Tantas cotidianidades que quería a tu lado, ahora ya no tengo energía suficiente para estar sola, aún así tú lo estás, entre telas blancas y madera.

jueves, 7 de octubre de 2010

Desmoronando

Sigues avanzando, pero no te das cuenta que cada vez es más espesa la neblina, que entre más conoces lo que guardo para ti más pesadas caen las ideas, más oscuro se vuelve el interior... no te das cuenta que ya vas arrastrando culpas que no te corresponden.


Sigues besando estos labios que se vuelven cuchillas y no saben qué decir mientras sangras, así te siguen besando entre la sangre.


Me abrazas aún sabiendo que en lugar de dedos tengo garras que se apresuran a penetrar la piel de tu espalda,  a rasgar tus brazos mientras los acarician, que se pelean entre sí para rozar tus mejillas... tan suaves, que se agitan por entrar en tu intimidad, por rasgar lo que nadie conoce.


No me crees, pero mi saliva se convierte en veneno cuando contacta contigo y mi lengua es la asesina silenciosa, se pasea por tu piel y le va provocando malestar, pero lo confundes con placer.


¡Oyes, pero no escuchas! No quieres hacerlo, no quieres enterarte que a tu lado, en tu misma cama, habita alguien tan salvaje como tus fantasías.


Te digo de maneras disfrazadas que ni yo puedo conmigo... y te arriesgas a caer a mi lado. No entiendes que no es cualquier comentario... no es riesgo, es amenaza. Yo ya comienzo a sentir la caída.


Te arrastras; es pavimento que arde por el sol, son piedras que se incrustan en tu espalda desnuda, basura que entra en tus ojos y ramas que se aferran a ti y cortan, tu boca golpea el piso, tu lengua se va desmoronando, van desprendiéndose pedazos






Es tu sangre el camino que deberás seguir cuando rectifiques... si te queda suficiente vida para hacerlo.

domingo, 3 de octubre de 2010

Leo de ti. 

Me gustan tus palabras, me gusta su acomodo, me gusta pensar que son ciertas... y me enamora saber que son para mí. 

Me gusta saber que hay en ti lo que tengo también, me gusta combinarlo, me gusta el resultado. 

Me gusta gustarte.

jueves, 30 de septiembre de 2010

En Cámara Lenta



En cámara lenta veo tus movimientos, cada paso que te acerca a mí es el mismo que me acerca al arrobamiento total.

Lento. Es verte en medio de la oscuridad.

Zafarnos del hastío de la sociedad; zafarnos para amarrarnos; amarrarnos para zafarnos. El ciclo perfecto.

Sólo para perdernos en un sueño, sueño que no necesita interpretación.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Acechando/Enamorando


Manejaré por tu rumbo.  Me esconderé entre autos viejos que sirvan de camuflaje. 
Aguantaré la respiración si pasas cerca de mí, incluso esconderé mi rostro entre alguna revista o un periódico que tenga a la mano, para que no notes mi presencia. 
Miraré hacia tu ventana con curiosa insistencia, quizá te asomes y voltees hacia mí, pero no me verás porque será de noche y todo estará oscuro.
Te seguiré algunos metros atrás, llevaré tu ritmo y pisaré tus pasos. 
Veré tus reacciones cuando encuentres mis rosas en tu puerta, con una tarjeta que sé que te intriga. Aunque expreses enojo y conmoción, sé que te gusta, te atrae la idea de un amor escondido.
Seguiré llamando a tu celular en distintas horas del día, sé que lo has cambiado recurrentemente y cada vez me cuesta más trabajo encontrar el nuevo número... pero lo consigo y te marco, sólo para escuchar tu voz de noche, tu voz de día, tu voz modorra, tu voz exasperada que insiste en querer saber quién está de éste lado de la línea, pero sinceramente no quieres saberlo ¿dónde quedaría la emoción después? Bien sabes que no interrumpo tus labores, sé cuando tienes ocupaciones y no puedo llamar, sólo en tus ratos libres, porque ya me aprendí tu agenda, tus deberes, tus citas y hasta cuando es hora de visitar a tu mamá. 
Incluso he aprendido, sin hablar a profundidad contigo, cuáles son tus gestos principales, tus muletillas al hablar, tus hobbys, la voz que usas para imitar a alguien más, tus distintos tipos de risas; puedo reconocer cuando ya no aguantarás más el llanto y lo explotas, lo reconozco antes que cualquier otra persona. Sé de ti más cosas de las que piensas, sé que eso te atrae, no puedes ocultarme nada, incluso has llegado a pensar si he leído tu diario, pero desde hace 7 meses no has escrito nada en él.
Seguiré revisando cómo reaccionas a mis cartas, cuando te das cuenta que alguien sabe de ti cosas que creíste que nadie jamás sabría, porque no las entenderían, yo las entiendo.
He visto que le comentas a tus amistades sobre esto, sobre mí sin saber mi nombre. Incluso has llorado ¿será que me quieres conocer? Me alegra saber que provoco esto en ti. Es buena recompensa ver el interés que me das. A esto yo le llamo amor y no cualquiera, amor del bueno.
Por esto es que seguiré insistiendo. Seguiré llamando y siguiendo tus pasos, porque quieres que lo haga, porque así no sientes la asfixiante soledad, yo haciéndolo dejé de sentirla y heme aquí. Sabes que no sólo es el viento el que hace ruidos en calles abandonadas, hay algo más, yo.
Seguiré conociéndote porque aún sé que tienes muchos secretos. Te veré cada anochecer, cada que llegues a tu casa porque llegamos al mismo tiempo.
Si piensas que te acecho, piensa dos veces porque el acompañamiento que te doy le da sentido a tu vida.

sábado, 18 de septiembre de 2010


Como para encontrarle tres pies al gato.
Decir que estoy en éxtasis ¿parece exagerado? 


Soy descriptiva, pero hoy no puedo decir más. SUBLIME

jueves, 16 de septiembre de 2010

Teje y miro, Miro y teje






Una pequeña araña teje en una esquina de mi cuarto. 

Dedicada, concentrada, teje y teje en una esquina oscura. 
Se percata que la miro y se paraliza, finjo que me volteo y ella teje y teje.
La araña es dedicada y termina su obra.



Termina su obra, yo no siento el tiempo. 
La telaraña ya lleva meses en la misma esquina de mi cuarto. 
Yo sigo mirando, pero ya no está la araña. 
La telaraña lleva meses y ya no es blanca, ahora tiene un tono grisáceo.



Yo sigo mirando, pero ahora todo lo veo grisáceo.
Otra pequeña araña comienza en otra esquina de mi cuarto. Teje y teje.
Me da comezón el tono grisáceo de mi cuarto, pero yo sólo sigo mirando.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Espera
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Cerveza media vacía
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On the way
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Cloudy sight
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Vida y muerte



Me llegó de improvisto tu aroma. 
Excepcional.

lunes, 13 de septiembre de 2010

Desde que estás


Las madrugadas saben distinto desde que estás a mi lado. Cuando me es imposible dormir imagino de nuevo tu tacto, cada roce que han tenido tu piel y mi piel, los primeros accidentales, los siguientes ni qué decir. 

Imagino la unión de nuestros labios; perfecta, cálida, sincronizada. Se forma una sinfonía de sensaciones indescriptibles, irrepetibles e iridiscente. La conformamos tú y yo, nuestras miradas y nuestros ojos cerrados, los movimientos de nuestras manos y la estadía de nuestros cuerpos unidos; melodiosas combinaciones en silencio. Sólo se escucha nuestra respiración, sólo un eco apacible de nuestros pensamientos y, más allá, un palpitar que acompaña al segundo corazón. 

Y me deleito con tu silueta que poco a poco se desvanece en el fondo de la habitación, en esta semioscuridad de complejos deseos y tiempo limitado. Lentamente te acercas y mi pulso se acelera, proporcionalmente; tu rostro se ruboriza cuando mis manos comienzan a descubrir lo exclusivo y ciertos espasmos indican que voy por buen camino.

Son tus palabras las que hacen eco en los momentos de soledad. Sonrío, pero quisiera que estuvieras para verme hacerlo. Es por ti, créelo. Es por tu recuerdo, es por las sensaciones que me dejaste guardadas para estos casos de ausencia

Sensaciones de tu espalda, suave y perfecta, cada relieve, cada curvatura. La sensación de tu aliento; cálido y ferviente. La sensación de tu lengua que recorre mi cuello, que se apodera de mis deseos y se infiltra por mis ensoñaciones. Tus brazos que me amarran a tu calor, a tu sudor y a la tarde, las horas que vivimos mientras todo afuera muere. La sensación de tus pestañas cuando besas mis mejillas.
Cada madrugada me sabe distinta ahora que estoy contigo, aunque no estés aquí. Porque cada pensamiento es tan vívido que  mi cuerpo lo reproduce una y otra vez, con la luz apagada, con los ojos cerrados y con las sensaciones explotando a flor de piel.

Te amo. Ya son diez.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Palabras más, palabras menos.



Es como una tortuga morada en paracaídas. 


Cae lento y nadie sabe por qué lo hace.

miércoles, 1 de septiembre de 2010


Miré a la del espejo. 
Soltó una carcajada.
Yo no gesticulé, miré.

¡Qué simpática! 
Creyó que de nuevo me lastimaría.




lunes, 30 de agosto de 2010

Expectativas







Me creí sabia y fue cuando me equivoqué


Me sentía bella y nadie me miró.


Imaginé que te encontraba y no contestaste.


Pensé besarte y desperté.


Sentí que tenía sueños y ni siquiera podía dormir.






¡Me cansé de frustrarme! 

Entonces comencé a vivir con lo que tengo y no en base a expectativas vacías.

domingo, 29 de agosto de 2010

De un amor enfermo


De no ser por esa noche, nada sería lo mismo. O eso quiero creer.

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Las líneas de la carretera pasaban rápidamente por entre las llantas. El zigzag que mis sentidos me permitían formar al conducir le hacía gritar azarosamente y yo ya no sentía el miedo, sólo la incertidumbre por el 'qué pasaría'. Aún recuerdo el sonido que las hierbas de los lados de la carretera hacían al golpear el auto.

Llegamos por fin a la casa de aquél rancho, hecha de adobe, fango y sudor de mi abuelo, tan percudida como la recordaba. Me vio con los ojos llorosos, ahora no podría asegurar si era por el camino o por la conversación previa. La noche era húmeda y un gallo cantaba, aún la luna seguía en su cúspide, el viento nos dio la bienvenida haciendo bailar a mi falda en cuanto me bajé del auto, un modelo clásico (así aprendí a decirle para no sentir que era viejo).

Ya eran dos horas en las que no nos dirigimos la palabra, ¿cuánto más podrías aguantar para estallar? Abrí la puerta y rechinó, si hubiera vecinos sentiría que comenzarían sus juicios y especulaciones sobre dónde estábamos y por qué llegábamos a esa hora. Yo llevaba en el pensamiento mil y un planes, mil y una formas de llegar a lo que llamaba solución, pero necesitaba de ti, algo que me incitara a cumplir la promesa de dejar todo en el olvido, lo que hice fue para mí y ya, un nuevo comienzo. 

- Esto no puede seguir así- Acertaste a decir, aunque estábamos de espaldas pude escuchar el llanto en tu voz temblorosa y eso me permitió sonreír, soy cobarde y lo sabes. 

- Yo nunca te mentí, jamás me glorifiqué con cualidades inexistentes ni te prometí fidelidad- Respondí intentando mostrar seriedad, siempre me he excusado de ésta forma y hasta a mí misma ya me había aburrido, pero no puedo quitarme la costumbre de creerme las justificaciones que labro.

- ¿Y qué sigue? ¿Terminar? Te prometí que no te dejaría tomar la salida fácil, pero ahora no sé qué quiero- En este punto ya no me mirabas a los ojos, pero tampoco tenías mirada baja, veías a un punto en el cielo. Había imaginado este momento, pero jamás pensé que sería en este viaje, no en la casa en la que pasé temporadas completas en mi infancia. Todo tenía un sabor exquisito, un sabor de culpa, pero sin máscaras. Como cuando un niño le confiesa a sus padres que reprobó una materia, pero hasta que están en la playa y no pueden privarle (significativamente) de su diversión.

Y ahora comenzaría el espectáculo.

- ¡No!... no nos hagas esto, todavía nos queda mucho por vivir, esto no ha terminado para nosotros- Quise adornar este diálogo con lágrimas, pero no me salieron, así que opté por sólo respirar de manera agitada.

- No nos hago nada, tú lo hiciste en el momento que olvidaste mi nombre por estar en su cama y yo ya no pienso cargar con tus discursos insensibles, no más-.

La conversación se alargaba y yo sólo pensaba en dormir, ¿a qué hora cederías como lo tenía planeado y podríamos tener la reconciliación acostumbrada? Sólo hacías esto más difícil. Cuando dejé de escuchar lo que decías recobraste mi atención al mencionar aquellas palabras

Esto es todo, no es parte del juego que esperabas que jugáramos esta noche, yo ya dejé ese rol. No soy quien te levantará más de tus caídas. Me harté. Yo seguiré con mi vida, tú seguirás soñando que también lo haces. Adiós.

 Aún quería pensar que era alguna improvisación del plan, por eso no te detuve, el sol ya había salido y te vi caminar por el camino empedrado, sentí algo raro en mi pecho cuando ya casi no podía distinguirte del paisaje, un vacío o un grito que quería dar, pero no pude, nunca lo había sentido y no me gustó. Sólo callé, esperando que regresaras, tu despedida definitiva no era parte de lo que ideé. 

Y ahí me quedé, viendo al vacío durante medio día. Regresé a nuestra casa al día siguiente, tus cosas ya no estaban, la cama estaba tendida y no encontré ni siquiera una nota aclaratoria. ¿Cuándo fue que todo se salió de mi control?

Hoy, tres años después, sigo intentando descifrar tu adiós. El juego patológico dejó de funcionar de repente y yo no tenía más que ofrecerte, aún no sé qué es lo que quieres. No puedo regresar a la vida que tenía antes de ti, a las relaciones hedonistas y vicios que las complementaban; no puedo continuar en una vida sin ti, aprendí a estar contigo en las buenas y en las malas.

De no ser por esa noche no hubiera comprendido mi inestabilidad, mis inseguridades que me empujaron a dejarte ir porque sabía que merecías algo mejor. Ahora intento serlo, puedo prometerte un cambio real y te he suplicado que regreses de todas las maneras que puedo, pero sé que si lo haces todo se repetirá, caería en los mismos errores que no tienen consecuencias. Y vivo en la paradoja de ser la mejor persona que soy sin ti (para ti) o ser la feliz persona que soy contigo.

martes, 24 de agosto de 2010

Pensaba y pensando se me fue la madrugada. Giraba y me enojaba con mi almohada, la aventaba para luego apresurarme para abrazarla y pedir disculpas, es como si tuviera vida; la verdad me alegra que no sea así, si no sabría tanto de mí que sería un peligro.

Pensaba y me acercaba a la ventana con la ilusión de que al ver todo tranquilo afuera me motivara a dormir, pero sólo escuchaba el viento golpear las ramas de los árboles, un leve silbido que se inmiscuía por mi ventana y eso bastaba para imaginar mil historias de sus caminos ¿cuántas personas no estarían igual que yo viendo a la ventana en mi calle, en la colonia o en el país? Tantos pensamientos y tan pocas respuestas.

Y me recosté de nuevo, esperando por fin calmar las voces que mi pensamiento dirige (comienzo a pensar que es al revés). La mirada es muy perdidiza, suele enfocarse y dejar de enviar información al occipital, o mejor dicho ya no le tomo importancia y me pierdo en las ideas.

Quisiera que estuvieras aquí. Sé que no necesariamente estaríamos hablando, quizá estarías ya durmiendo, pero me gustaría verte de nuevo con esa calma que inspira tu cuerpo dormido, sólo acariciaría tu espalda y me pasarías parte de tu tranquilidad.. tal vez murmurarías algo, tal vez sólo suspirarías y ahí estaría yo para escucharte, para ilusionarme con la idea de que sueñas conmigo. Para sentirte en la oscuridad.


Pensaba y pensando se me fue la noche, ya era de mañana y al fin pude dormir.

jueves, 12 de agosto de 2010

No correré a buscar un rostro que en mis recuerdos se va difuminando cada vez más. Pasa el tiempo y ya no logro recordarte totalmente. 

Recuerdo muy bien tus ojos, no me canso de verlos parpadear con esas pequeñas arrugas que se formaban debajo... creo que lo hacías cuando reías. Logro recordar casi cada marca de tu pupila, tu brillo y esas venitas que se recalcaban cuando te desvelabas. Tu mirada que seductora guiaba mis pasos algún día dejó de verme y comencé a tambalear por el camino, recuerdo que sentí destrozarme cuando por causa mía tus ojos se humedecieron, aquella gota que se fue acumulando poco a poco fue el golpe más brutal que pude hacerte y el golpe mortal que yo misma me hice, sin tocarte destrocé mi futuro.

También recuerdo tu sonrisa. Sí, tus labios que ni gruesos ni delgados eran expertos en todo lo que hacían, ya sea que se tratara sólo de insinuar una sonrisa o seducir inocentemente al que pasara cerca y se paralizara con tu belleza. Eran rosas y húmedos, invitaban a besarles y a la vez pedir perdón si aquel beso pervirtió de alguna forma tal perfección. Reías y alrededor nos contagiábamos con tal virtud que en ese momento en que algo te causaba alegría sentía como si tuviera un contacto divino. Tus besos, no tengo palabras suficientes para describirlos, me subieron al cielo y me traían gloria cada uno, gracias a ellos conocí la eternidad, me arrebataron el aliento para darme nuevo aire. De repente tus labios comenzaron a secarse, ya no eran rosas y ya no reían, si acaso intentabas bosquejar una sonrisa las grietas se expandían destrozando su belleza, su matiz blanquecino ya no guardaba las palabras precisas y poco a poco dejó de guardar siquiera las imprecisas. Tus dientes ya no se asomaron a la luz, ya no dijeron nada sobre nada. No después que suspiraste y diste media vuelta para no regresar jamás.

De tu nariz recuerdo ciertas muecas y unas pequeñas pecas casi imperceptibles, las noté mucho tiempo después de conocerte, cuando estábamos frente a frente a menos de un suspiro de distancia. La arrugabas con ciertos olores, algunos incluso eran agradables (decías), pero exagerados. Tu perfil era tuyo, perdona lo burdo que esto pueda parecer, pero jamás confundiría esa silueta con la de alguien más, era único.

Tu piel, si hubiera sido perfecta estaría segura que fuiste un obsequio para los mortales, pero no. Tu piel era perfecta para mí, tenía sus arrugas y lunares varios, tenía cicatrices y definitivamente tenía historia. No saliste de un sueño, aunque te apropiaste de todos los míos. Tu piel era un lienzo, al cual intenté convertir en obra maestra con mis besos, era un mapa que me guiaba a tu éxtasis y al mío. Era suave, tan suave que las sábanas de seda eran una grosería para ella. Dulce. Era la peor droga a la que pude engancharme en mi vida, y vaya que lo he hecho. Tu piel bajo las caricias de la lluvia o la regadera me llevó al delirio, a perderme en fantasías momentáneas. Me abrazabas y yo explotaba en una embriaguez única.

Y tu cabello, jamás veré una mejor ornamenta para un cuerpo desnudo como la que se desprendía de tu cabeza. Ni la marea podría imitar la perfección física de cada bucle, ni Miguel Ángel mismo podría igualar los colores y el brillo que cada uno de tus cabellos tenía. 


Tengo tu voz aún presente. A ella me aferro aunque mi vida se vaya en entenderte, ¿cómo ignorar lo que me decías sobre seguir el camino juntos hasta el fin? Cada promesa la recuerdo,  aunque ahora me doy cuenta que me advertías sobre tu adiós, cuando se quebrantaba tu timbre, cuando murmurabas y no repetías. Las señales ahí estaban, pero fui sorda para no responder a tu despedida.



Verás, aunque recuerdo cada parte de ti a la perfección, cada milímetro aislado de tu cuerpo, ¡no logro recordarte totalmente! No puedo unir las secciones para hacerte un todo, como si las piezas de mi rompecabezas no encajaran. Tal vez ahora puedo creer lo que pensé en esos momentos, esos breves años de embeleso total a tu lado, exististe sólo mientras te abrazaba, mientras te besaba y mientras sonreías. Sólo fuiste real cuando me contactaste, después desaparecerías. No serías nunca un rostro más en la memoria, una cara más de un álbum para desvirtuar.

No correré jamás a buscarte porque desapareciste, tan fugaz como un sueño. No te buscaría porque aún no logro entender si es que apenas voy despertando o es que me acerco a no despertar jamás.

jueves, 5 de agosto de 2010

Y escribía



Y ella escribía. Primero en su cuaderno que se llenaba de tinta, la fuerza en el trazo era la prueba física de su herida. No le basto, no entendía todas las letras que salían de su mano vibrante, eran tantos los intentos de borrar palabras que al final no quedo un ensayo coherente.


Se sentó, pues, frente a su computadora, la impaciencia le ahogó mientras el programa arrancaba, movía su bolígrafo de arriba a abajo insistentemente sujetándole con su pulgar e índice. Se detenía sólo para seguir llenando hojas en su cuaderno, de algunas palabras medio legibles y otras que tachaba con furia. Cuando por fin tuvo la oportunidad de teclear sus pensamientos lo hizo de tal forma que el sonido del teclado taladraba el silencio de la habitación, eran sus dedos como martillos; golpeaban las letras esperando plasmar aunque fuese la mitad de las ideas que le pasaban cada minuto. Las incoherencias de lo que lograba recapitular le enfurecían más que el darse cuenta que eran las mismas que pensaba.


Entre frases como 'extraño el mundo' o 'sirvientes del deseo' pronunciaba lo que para ella le ayudaría a entender su triste realidad, realidad decidida por y para sí. No lloraba, de hecho, fuera de la actividad exacerbada de sus manos, no mostraba ninguna emoción en el resto del cuerpo, como si fuera ajena a ese armamento corpóreo. 


Escribió y escribió, no veía el teclado ni la pantalla, sólo se dejó llevar. Ya no sabía qué esperar de nada, escribió sin esperar, escribió sin saber. Escribía sobre ella, escribía sobre nada y escribía sobre ayer. Aún le parecía presuntuoso escribir sobre mañana. Escribió diez páginas para luego borrar siete, no las leyó, pero intuyó que no tenían nada de valor. Luego repitió lo escrito, pero con un toque diferente.


Se sintió satisfecha algunas horas después, la luna ya no le acompañaba y su piel lucía notoriamente diferente a la que llegó horas antes a sentarse frente al monitor, tenía ojeras y las arrugas de su frente ahora eran más pronunciadas. Sus labios blanquecinos se agrietaron como si no esperaran que bosquejara una sonrisa de nuevo. Aún tenía la intención de escribir, pero ya no veía la necesidad, estaba terminado.


No revisó. Sintió que todo estaba listo. No había más por hacer, sólo seguir. Apagó su computadora, nadie sabría lo que esa noche le hizo escribir, nadie sabría más de ella. Abrió la puerta y salió, la luz exterior era tan intensa que no aguantó, simplemente cayó. Jamás despertaría. 


Nadie sabría.






Cambian los medios, no el fin.
Todo se mueve para un fin.
Nos dirigimos al fin.

jueves, 22 de julio de 2010



No creí verte así.


Es el problema de pintar con pasteles mi vida... y creer que podía pintar la tuya a lado, cuando menos me doy cuenta veo que se desgarra el lienzo y en cada pedazo que se va con el viento veo una ilusión desvanecerse, vuela y me insisto que es lo mejor. Era irremediable, tarde o temprano vendría el adiós. Es lo mejor, es lo mejor. 

Queda la habitación vacía. Los pocos restos que aún me acompañan en el suelo los aviento a la basura, si no he de tener todo, mejor tengo nada; nada de ti, ni de tu futuro... y me empeño en recordar nuestro pasado. Éramos niñas, con roles variados. Me contaste de tu primer beso y yo aprendía de ti, siempre te admiré ¿sabes? Aunque llegaba a la edad en la que me proponía que sería algo más cómo tú, jamás lo logré. Ahora no te veré evolucionar. No desde ésta habitación.

Esta habitación es blanca, no representa pureza... no, es blanca, es vacía e inocua. Compartiste tanto tiempo en ella que al desprenderte te llevaste toda la vida que podía tener, incluso la poca mía que quedaba. Cada muro tiene un recuerdo propio, cada muro tiene mil recuerdos, de cada mil recuerdos que encuentro identifico las condiciones que ponías. Todo era condicionado. Pero acepté el reto y perdí.

Ya no somos niñas, ni volveremos a jugar. Tú no te esfuerzas por ver el ayer y yo no sé cómo cambiar el presente. Ya no somos niñas y ahí quedó todo.

Y debería seguir mis propios consejos, entonces comenzar a pintar un nuevo lienzo, dejar que el tiempo lo vaya coloreando... pero ahora simplemente no lo sé.

sábado, 17 de julio de 2010

Lo contrario al amor no es el odio...









Y cuando un lado sonríe, otros más desfallecen. Si su decisión es matarme para seguir aún con vida, que la muerte sea de golpe... no en un silencio sepulcral.



Te extrañaré, gracias por todo, aunque sé que jamás leerás esto.




[...] Es la indiferencia

lunes, 5 de julio de 2010

Una noche

Quisiera darte una noche completa. Una noche de plenitud.

Donde las aves canten como si fuera día y el aroma húmedo de la lluvia de Guadalajara nos erice la piel sin más ni más. Que la música de fondo sean las gotas que caen del cielo para darle un brillo especial a la ciudad. En ella las paredes serán verdaderas cómplices de fantasías jamás realizadas; no así, no por ti o por mí... mudas vivirán lo que nuestras bocas no pueden callar.

No deseo más que abrazarte. Sentirte piel a piel, sentir tu calidez, como aquellas tardes que cada noche recuerdo, ¿las recordarás también?

Sé que vivo envuelta en ideas y contradicciones, pero si cualquiera de ellas sirviera para llenar de motivos algunas horas de tu historia, me sentiría completa por el resto de la mía.

Tenerte entre mis brazos, recostarme en tu pecho y sentir tu palpitar... sentir la fuerza de tu sangre que se acelera cuando me tienes cerca. No intentaré disimular que mi pulso vibra intensamente con cada beso.

Y perdona si mi obviedad no me permite guardar silencio, pero sabes que disimular no es una de mis cualidades.


Quisiera darte tan sólo una noche que sea el comienzo del resto de nuestra vida. 




Imagen. Agua-azul 1-7-10

sábado, 26 de junio de 2010



Y aquí estoy. En la calidez de mi habitación, calidez de hastío, de estar en ella  y respirar el aire reciclado, ya aspirado y exhalado. Cada vez se torna más gris.


Mi mente redundante en sus pensamientos, redundante en sus errores. ¿Será que la soledad sólo sirve para remarcar los fallos de mi historia? Y me digo para convencerme -Sirve para conocerte mejor- Pero no reconozco mucho de mí en éste estado.


Extraño tantas cosas, pero más extraño el no pensar tanto en el pasado. Extraño esa libertad de pensamiento, esa no necesidad de aferrarme a lo que invariablemente se extingue. Y cuando se va, quema.


Pero hoy me aferro... está conmigo y le sujeto. Pero no en mi habitación, no en esta calidez que asfixia. Aquí sólo estoy yo para remarcarme lo que de por sí resalta, pero nadie ve, quisiera que alguien me lo dijera sólo para entender que es real, pero no por eso seguirá igual... Quisiera que aunque saliera (aunque lo vieran), no me deje de aferrar. Ahora no lo sé. Pendo de una idea, tan frágil como la verdad.

Reconciliación




Me recosté cansada ya de tanto gritar. Lo único que quería era perderme en el mundo de los sueños un rato. Es cierto que no soy lo que quiero y hoy lo acepté más que nunca cuando una lluvia de cristales vino a mí, por mí al golpear el espejo, no lo tenía planeado, pero no podía verme más... no con esa mirada enajenada, no con esa boca que ya no dice verdades, esa cara que ha engañado a todos menos a sí misma como quisiera. Ya no podía verme porque ni siquiera sé si soy yo.



Rompí el espejo, pero la maldición se multiplicó, surgieron miles de reflejos que me regresaban la mentira que soy. Y ya no podía luchar contra ellos, hace tanto tiempo que dejé de luchar contra mí... o tal vez no.



Intenté, cansada de llorar, cerrar los ojos y encontrar aunque sea una mueca de paz... pero el silencio se desborda por mis oídos, la oscuridad de mi habitación me cae de lleno... pesada, asfixiante. Intento dormir al tiempo que algunas lágrimas rebeldes siguen surcando mis mejillas. No sé evadirme más.



Quisiera sólo no pensar. Tomar uno de los cristales y dejarme salir a través del fluido vital, pasional, ¿todavía tendré sangre? ¿Cuándo me deshumanizaré de tal forma que me separe en cuerpo y alma de ésta asquerosa sociedad? Sólo como prueba, ni siquiera puedo pensar en dejar de ser, no terminaría el castigo ahí; tomando un pedazo de espejo en forma de V, le dejo recorrer por mi muñeca abriendo, horizontal... no es el plan consolidar el trato, solamente quiero asegurarme de seguir aquí. Fluye y me siento. Es un engaño todo aquí. 



<¡Duerme!> Me grito para hacer la orden real, parte de ignorarme incluye desajustes de sueño y en la alimentación, ¿qué quiero nutrir? Por más que pasa el tiempo no logro habituarme, aunque no creo querer regresar a la normalidad, es un lujo que he dejado de lado.



Mis mejillas ya secas, mi boca cerrada... tal vez es hora de...

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Despierto, pero me quedo ahí tendida. ¿A esto le llaman viaje astral? Yo le llamo despersonalización, pero, fuera de tecnicismos (odio no dejar de racionalizar) ¿esa soy yo?



Duermo. Mis puños se ven cerrados, con suspiros entrecortados, no soy más que una persona, con las mismas debilidades que cualquier otra. Dormida soy tan vulnerable como el Zar de Rusia o el indigente del puente. Casi puedo escucharme murmurar. Siempre me negué a ver que tenía tanto que decir, ya me había acostumbrado a tragarlo y ahora casi puedo ver el nudo en mi garganta. Es de cara triste, pero solamente en la confianza de su cuarto, fuera aparenta ser fuerte, no se deja quebrantar... eso lo aguanta hasta llegar a este punto donde la fragilidad invade sus facciones. Viéndome desde fuera entiendo que doy más de lo que pensé que alcanzaría... y aún no me conformo.



Es una mujer en su cama, en el desastre de su cuarto, en el desastre mental que intenta organizar entre sueños. Con exigencias que siempre creyó venían de fuera, ahora me doy cuenta, vienen de ella misma, la peor crítica a la que pudo enfrentarse.



Y yo observando, como público. Siempre desee verme desde fuera (con una intención inconsciente de tener más motivos para criticarme) y ahora, que siento tener el poder de quedarme aquí, deslindarme de la responsabilidad de vivir en ese cuerpo no me atrevo a dejarle sola. Es (soy) sólo una mujer, que entre cualidades se dedica a soñar, formular fantasías para compartirlas. No podría dejarle sola, es hora de regresar, es hora de fusionarme con mi visión y aprender a ser realista. Hora de estar y ser, completa.