jueves, 20 de junio de 2013

Re-unión.

El amor sólo puede ser visto como un espíritu libre. 

Existen muchos espíritus de éstos, no sólo es uno para toda la humanidad, aunque no dudo que exista uno general. 

Lo peculiar es que cada uno de esos espíritus, para sobrevivir, necesita de dos cuerpos... dos armazones para poseer y poder existir. 
Pero aunque cada parte (única y complementaria de este espíritu individual de amor) intente poseer este caparazón, no podemos ver a éste como un ente pasivo, pues necesita de su totalidad para que la mitad del espíritu pueda vitalizarse. Lo que es absolutamente necesario para la búsqueda incesante de su otra mitad, es una atracción natural que culminará en la unión de dos cuerpos.

Así, consideremos que cada persona es el armazón -armadura- para la mitad de un espíritu de amor (perdonarán la cursilería), ¿cómo actuarán en conjunto armadura-medioespíritu?
 Tristemente no suelen actuar juntos, el espíritu suele ser esa fuerza instintiva que empuja a hacer actos irracionales, deleites espontáneos e incomprensibles para la razón. Por ende, aquella persona que se niegue a caer en el ridículo o en los riesgos, sólo secará esa mitad, racionalizando al amor como un sentimiento que proviene de centros cerebrales y la emisión de neurotransmisores.

Si el espíritu dividido tuviese la suerte de caer en dos cuerpos activos y sin limitaciones (o al menos no de esas paralizantes denominadas Miedos), es inevitable que en algún punto del destino estas personas se encuentren, pues el amor no es tonto y no adoptará tierras infértiles. Serán dos cuerpos que se encuentren quizá en un baño público, quizá en una cafetería o en un tren, el lugar no será determinante para el futuro de la relación, pero sí el momento. Los espíritus trabajan por momentos, un poco de mala sincronización y -como dije anteriormente- puede significar la sequía de uno o ambos lados.
El momento determinante es la mirada de reconocimiento. Sí, efectivamente los ojos son la ventana al alma, tanto individual como de pareja (pues no confundamos el alma individual y la mitad de espíritu del amor de pareja). Es en esa mirada que ambas partes del espíritu se reconocen y harán todo para reunirse de nuevo. Mandarán señales a su caparazón; transpiración, sensaciones en el estómago, el 'te recuerdo de un lado pero no sé de dónde', entre otros. Lo harán con tal fuerza que cada uno de los individuos estará cegado por una fuerza incomprensible dentro de sí mismo; adiós razonamiento, adiós libre albedrío (si existe), todo será reemplazado por la mayor experiencia que podrán tener en su vida.

¿Puedes imaginar lo triste que sería cuando un cuerpo es motivado por esta fuerza y lucha por encontrar su complemento, mientras éste desilusionado de la misma lucha ya sólo mira al suelo o al cielo? El momento no se dará. 
Al morir una parte del espíritu, la otra de la misma forma fallecerá precipitadamente, pues ambos son uno.

Si el encuentro se consolida, la experiencia será de tal magnitud que se escribirán las mejores obras, las mejores canciones y los poemas y prosas más inspiradoras (no nos dejemos engañar por los charlatanes). 
Una vez dado ese paso -esa unión de cuerpos, almas individuales y espíritu de amor consecutivamente- vendrán otros pasos. Algunos pesimistas le llamarán lo infalible, los estudiosos dirán que pasó el enamoramiento; pero la verdad es que el espíritu se ha unido de nuevo y necesita un tiempo para retomar otros caparazones y renacer como una nueva historia.

Espero esto no cause temor, pues las mitades de espíritu constantemente rondan por el aire, buscando nuevos lugares. Así, un cuerpo que ha complementado un espíritu, estará abierto a una nueva y mejorada alma. 
La nueva inquilina en cierto cuerpo buscará a su complemento, que seguramente no lo guardará ya el cuerpo con el que alguna vez el individuo realizó la unión anterior, pero lo guardará alguien más con el mismo potencial de atracción. 

El tiempo de cada reunión dependerá de distintos factores, así como puede ser un día, segura estoy que han habido de años, recordemos que la armadura no es tan pasiva y tiene mucho que compartir.

De aquí no hay conclusión, pero no está de más recordar que una mirada puede marcar algo eterno o causar la muerte de lo que debería ser inmortal y cíclico.