sábado, 26 de junio de 2010



Y aquí estoy. En la calidez de mi habitación, calidez de hastío, de estar en ella  y respirar el aire reciclado, ya aspirado y exhalado. Cada vez se torna más gris.


Mi mente redundante en sus pensamientos, redundante en sus errores. ¿Será que la soledad sólo sirve para remarcar los fallos de mi historia? Y me digo para convencerme -Sirve para conocerte mejor- Pero no reconozco mucho de mí en éste estado.


Extraño tantas cosas, pero más extraño el no pensar tanto en el pasado. Extraño esa libertad de pensamiento, esa no necesidad de aferrarme a lo que invariablemente se extingue. Y cuando se va, quema.


Pero hoy me aferro... está conmigo y le sujeto. Pero no en mi habitación, no en esta calidez que asfixia. Aquí sólo estoy yo para remarcarme lo que de por sí resalta, pero nadie ve, quisiera que alguien me lo dijera sólo para entender que es real, pero no por eso seguirá igual... Quisiera que aunque saliera (aunque lo vieran), no me deje de aferrar. Ahora no lo sé. Pendo de una idea, tan frágil como la verdad.

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