jueves, 23 de marzo de 2017

No es un sueño

De repente estaba ahí en ese terreno seco y agrietado. Todo alrededor opaco, quisiera ver algo con vida.

Mis pasos cada vez son más difíciles, uno a uno se torna más pesado y doloroso.
Siento que no avanzo,  por el contrario cada vez que intento moverme percibo como a mis pies algo se derrumba, como si donde piso se resquebrajara. Me da miedo voltear, esta parálisis es asfixiante.

Miro hacia abajo y el suelo sigue igual, con grietas y desniveles; veo con horror que son mis pies de los que queda poco. Intento más pasos,  pero se siguen desmoronando, todo es tan seco que sale polvo de mis piernas, duele pero no parece haber terminaciones nerviosas, sólo tierra; cada vez hay menos de mí.  Continúo, debo llegar... aún no sé a dónde, pero aquí no hay vida.

Quedan sólo dos tiras  bajo mi cadera y puedo sentir cómo se rompen.

Sólo me queda arrastrarme, aunque eso significa ir dejando pedazos de mí cada que me muevo. Quema y raspa.

Un centímetro, quizá 5; poco a poco me deshago y no avanzo más. Mi cabeza es lo último que queda, pegada al suelo, uniéndose a él.  Con los ojos ardiendo por el calor y la tierra que se le meten. Poco a poco la piel de las mejillas se cuartea y va cayendo, esas pequeñas oleadas de tierra me dejan ciega al fin, la lengua cae. Desaparezco.

En la nada,  aún me pregunto si puedo despertar. No es un sueño. 

No hay comentarios: