miércoles, 22 de noviembre de 2017

Lucha nocturna.

He olvidado qué es acostarse y sólo dormir. 

Aunque gran tiempo lo lograba olvídándome de mí con bebida, he dejado eso. Decidí afrontar lo que me atemorizaba y en ello estoy. 

Mis ojeras son prueba de esta lucha en un imaginario. Es una pelea solitaria, contra un enemigo inexistente y, aunque duela decirlo, voy perdiendo atrozmente. 

No logro sacar de mi mente esa oleada de recuerdos que llegan, aunque intento disuadirla distrayendo el pensamiento, alguno de esos recuerdos llega con más fuerza que todos los anteriores y me derrumba y me abofetea y me pone a sus pies hasta que le viva de nueva cuenta. Con lágrimas debo aceptar mi debilidad. 

Me digo que cambié, que he evolucionado. El autoengaño es realmente gratificante, hasta que se debilita.

Me enfoco en una fortaleza: Este enemigo es también el que podría salvarme... si tan sólo pudiera aliarme a él.

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