A veces vivo esa impotencia que se convierte en ilusión.
El no poder expresar con coherencia lo que siento o el no poder acomodar mis pensamientos para darles una línea lógica. Frustración.
Pero tú, que con sólo mirarme logras desenlazar estos nudos mentales y comprendes más allá de lo que hago el intento de decir.
Tú, en tu silencio, con tus respuestas corporales -tus pupilas dilatadas, la proximidad adecuada y la caricia puntual, tus mejillas sonrojadas y las sonrisas espontáneas- logras darme esa certeza de comprensión.
Empatía o adivinación, lo que sea, es perfecto.
Tú.. yo. Mezcla perfecta en un mundo revuelto y alborotado.