jueves, 29 de noviembre de 2012


No sé a qué edad es permitido sentir que han pasado los años sin hacer nada de ellos. Quizá me estoy adelantando, quizá soy clarividente.

Luego escucho charlas motivacionales, nunca faltan. Como si no supiera que yo tengo el poder, que puedo lograr lo que me proponga, porque nada es imposible si se desea con todas las fuerzas.

Esas pavadas cansan al oído y fatigan mentalmente, es que sí, ocasionan tantas respuestas instantáneas que el sólo hecho de querer priorizar con cual contestar cansa y molesta. Así que, a seguir la corriente, como el camarón.

Y que soy alérgica a los camarones, pero es una alergia selectiva, sólo de repente, cuando más se me antojan; mis labios reaccionan y se inflaman de forma sensual, quitando la comezón en el paladar, después de todo no es tan malo. Malo para el camarón que me comí.

Malo también dicen que es fumar, extraño vicio, un tanto inútil sí; pero de que se agarra, se agarra. Una vez que se empieza, no se agarra necesariamente, pero si se sigue sí se agarra. ¿Acaso no tiene lógica?

Se nota cuando estoy aburrida, porque escribo. Escribo cosas que cualquiera incluso deja de pensar por ser innecesarias y superfluas, pero gente aburrida, no deja deslizar sus pensamientos en un tren de incoherencias, esa es otra cosa que no entiendo de las personas, el miedo a parecer idiotas. Todos lo son, es otra cualidad del humano. No estaríamos donde estamos si no fuera por nuestra estupidez, de repente hay cosas rescatables en ella. No digo que en este texto, aquí lo más rescatable es el pasar el tiempo escribiendo, entonces sólo como creadora, no para el lector. O quizá para el lector, es la maravilla de la expresión, que no se sabe qué cosa podría funcionar.

Hablando de funcionar, me voy, que si no duermo no funciono; si no funciono me despiden, si me despiden pareceré idiota ante los demás y si parezco idiota, aquí ya no le encuentro la secuencia, aún así, prefiero estar recostada en la cama.

No hay comentarios: