sábado, 16 de enero de 2010

Nuestra Noche

El ambiente se dibuja en sepia. El viento eufórico alborota tu cabello y tu sonrisa  oculta acrecienta mis ganas de besarte y arrebatarte un suspiro. Adueñarme de tu cuello es una conquista exquisita.



Ignoras la importancia que tienes en mí, pues sólo conoces lo que mi alexitimia me permite expresarte, dejando de lado las emociones inexplicables e incontables que surgen una mañana cuando te veo despertar a mi lado.


Escondes tu cabeza entre mis brazos y cierro los ojos. Si pudiera gritar lo haría, pero lo cambio por  te quieros inacabables que rompen con el silencio de la noche. No es que quiera desgastar esta frase, es que no puedo dejar una sola hora que pase desapercibido esto que provocas. Y me esfuerzo por explicarte más detalladamente cada pensamiento, pero racionalizar hace que se pierda el toque.


Los árboles alrededor hacen una fiesta, yo me sumerjo en la inagotable oscuridad de tus ojos despiertos  que, inclementes, coquetean con la fragilidad de mis ganas e intento no fusionarme del todo contigo en aquel abrazo. Quiero seguir viéndote. En esta hora donde el frio extremo alrededor pierde la batalla ante nuestros murmullos, nuestras miradas y el roce con tu cuerpo -creación perfecta de la obra imperfecta de la vida-, la envidia del viento no le permite ver que se ha vuelto cómplice nuestro.


Susurras a mi oído palabras que sólo tú y yo entendemos, que yo aprehendo y hago mías... y coincidimos en profusos ritmos que acentúan y enmarcan el cuadro singular de la noche... nuestra noche


Encuentro en ti más de lo que esperaba. Te siento y explotan mis sentidos, te beso y pierdo contacto con la realidad... lo único real es tenerte entre mis brazos... es sentir tu aliento, es saber que estás aquí, conmigo, aún con la luz apagada.

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No hay mejor sueño que cuando despierto y es tu mirada la primera imagen que veo.

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