lunes, 5 de septiembre de 2011

De sentidos y esperas

¿Has probado la desesperación? Deja un sabor en la boca como el de una moneda o tubo de camión; no, no es que coma monedas o lama tubos, pero alguna vez después de tocarlos tuve el infortunio de llevar mi mano a la boca, no preguntes por qué. Sí, sé que suelo divagar; sólo quiero saber si has sentido ese sabor, que a pesar que ya no lo tengas en tu lengua sigue persistente, tal vez por mera sugestión. 

Jamás imaginé que la espera tuviera sabores, mucho menos algún tipo de olor, pero los tiene. Si me preguntas, no todas las veces son desagradables, a veces la espera es deliciosa, es dulce o con un sabor ácido... ¿recuerdas cuando llegaste a tu primera cita? Si todavía no estaba a quien verías, el estar sentado mirando a todos lados es sumamente rico. Casi detectas el aroma frutal que desprende el tiempo.

Sin embargo la desesperación, la impaciencia y la angustia (si hablamos de ella en un sentido coloquial), vaya, esas sí que dejan mal sabor, casi ni dan ganas de hablar después de sentirlas ¿qué tal si alguien más percibe el olor de tu boca? Debe ser desagradable (para ambas partes).

Recordemos que hay solución para todo, por ello es que siempre cargo con pastillas de menta.

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