jueves, 5 de noviembre de 2009

Recagan




Pero no, no puedes agachar la cabeza tres segundos para tomarte un respiro porque de quien menos te lo esperas recibes una patada que, más que calarte por la sangre derramada, cala por la impotencia de que te moleste.

Y van hartando, a veces que manden con un tercer
o el golpe, a veces que lo den por sí mismos (si es que tienen el valor), sea como sea harta.

Estas patadas recagan...
la hipocresía recaga... los mensajes indirectos recagan. Y claro, lo peor es que no puedes responder porque ni siquiera se cuenta con la certeza de que son para uno mismo o es el egotismo el que nos hace ponernos sacos que no nos corresponden.

No se confunda una actitud relajada con una
mariconeada, porque
mariconear es desviar la atención de nuestros sentimientos y canalizarlos a un mismo cause que se encuentra de una forma u otra en una zona de confort. Es evitar contactar con lo que realmente nos causa el sentimiento. Así que lo volcamos al canal que sabemos que no cambiará nada por más que sobrecarguemos, pero al final ¿qué es lo que verdaderamente se sobrecarga? No te ayuda picarle donde mismo, porque ni dejas que cierre ni abres nueva herida.

Me recaga tu actitud. Me recaga que no puedas comprender más allá de tus pensamientos. Que pienses que las personas son las egocéntricas y no salgas de
tu concha personal al pensarlo. Me recaga que cale como un padrastro que e
s jalado y jalado y no se le encuentra el fin, y todo porque ni sé si me debería molestar.

¿Por qué no gritas, hipócrita?

¿Por qué sonríes, cobarde, si quieres mentarla?

Está de moda victimizarse... y me recaga.



Y la neta, que todo fluya... que retener causa hasta hemorroides.

Imagen 1. Tan recurrida en internet, no recuerdo la página de donde la extraje.
Imagen 2. Dualidad. Cuadro de mi habitación.
Imagen 3. Otra que robé de la red hace tiempo ya, no recuerdo el sitio.

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