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No estoy orgullosa de muchas cosas.

He actuado de forma arrebatada más de una vez, dejándome llevar por la ilusión de un presentismo mal empleado, escuchando y malinterpretando lo que mi cuerpo dice, ignorando la respiración... dando saltos en lugar de pasos y perdiendo el contacto con el suelo.

Es cierto que no estoy orgullosa de todo, pero no he agachado la cabeza y aunque no llevo una lista de victorias y fracasos, puedo decir que el futuro sigue siendo prometedor, aunque el presente lo es más.

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Escucharme... ja, suena simple... en algún punto comencé a tachar a mi imaginación de infantilismos, a mis dibujos de tonterías y escritos de irrealidades. Comencé a alienarme en esta sociedad que no es más que una masa aforme de ideas que si bien empezaron con una intención positiva, se pervirtieron por los miles de lobos que se disfrazaron de corderos.

Y los verdaderos corderos, entre música carente de contenido y costumbres sin significado, con la mirada perdida en medios masivos de des- comunicación, se enfilaron (no antes de ponerse el pie uno a otro, sin darse cuenta que era como joder al del espejo) y caminaron siguiendo al que llamaron por distintos nombres (líder, mesias, gobernante), a aquella oveja que tenía patas extrañas y, que por llamar mentirosos, mandó a -sacrificar- por el bien común a algunas ovejas que veían más allá del que estaba enfrente.

La historia de la humanidad, que ha sido deshumanizada.

Y no es que me considere un punto resaltante, sólo no quiero perderme más en este todo gris... Empezar a escucharme y dejar de escuchar balidos sin sentido... comenzar a contactarme con mis acciones, obedecer a mis necesidades más que a mis antojos... discriminar entre introyectos y pensamientos originales.

Por que el tiempo es lo que sobra... falta su buen empleo.

Imagen.- Idea, primicia de dibujo en photoshop